Liuva II. Flavius Liuba Rex. ¡Toledo?, 584-?, VIII-603 post. Rey de España (601-603). Por parte de su padre, el rey Recaredo († 601), Liuva pertenecía a un muy noble linaje godo, posiblemente de origen ostrogodo y tal vez emparentado lejanamente nada menos que la gran estirpe de los Amalos. Sin embargo, su madre era de origen humilde, tal vez servil. El que al recién nacido se le asignara un nombre propio del acervo onomástico de la familia de su ilustre padre sería un indicio de reconocimiento de su paternidad y hasta legitimidad conforma a la estructura de parentesco germánicas, aunque no precisamente de la Iglesia. Ello hace suponer que su humilde madre en realidad había contraído con Recaredo un lazo de unión propio de una Freidlehe de tradición germánica, que, además de reconocer a la mujer bastantes derechos, convertía a los hijos nacidos de su unión en aptos para heredar la fortuna y posición paternas.
El nacimiento de Luiva II se produjo en 584, año en cuyo mes de septiembre la princesa Rigunta, hija mayor del merovingio Chilperico de Neustria († 584) y Fredegunda, había viajado a Toledo para contraer matrimonio canónico con Recaredo, todavía corregente con su padre Leovigildo († 586), matrimonio que se había concertado varios años antes, posiblemente en el 579, pero para cuya consumación se esperó a que los dos contrayentes tuvieran la edad apropiada. Lo que podía ser indicio de que la ignota madre de Liuva II fue el primer amor en la vida de Recaredo, explicando así el interés que demostraría su padre por él. El rey Recaredo celebró como mínimo otros dos matrimonios canónicos, además del señalado con la princesa Rigunta. Sin embargo, todos ellos o fueron de muy corta relación, muriendo sus madres posiblemente de parto, o en todo caso no debieron engendrar hijos varones. Pues de otra forma no se entendería fácilmente la facilidad con la que el joven Liuva II pudo suceder en el trono a su padre. Máxime si se tiene en cuenta que la tercera de las esposas legítimas de Recaredo, la reina Baddo, muy probablemente pertenecía a una noble y poderosa estirpe goda, cuya alianza el soberano había considerado muy necesaria para el decisivo giro en su política que significó su conversión al catolicismo. Muerto en diciembre de 601 Recaredo, su hijo Liuva II le sucedió en el trono.
Sin embargo, la falta de una familia materna noble e influyente y su misma juventud no constituían el mejor bagaje para mantener unido a su persona el complicado juego de alianzas que su padre y abuelo paterno habían sabido entretejer entre la nobleza goda. Y lo cierto es que al año y medio de reinado, en el verano del 603 (entre el 12 de junio y el 6 ó 7 de julio), un miembro de la alta nobleza, Witerico, encabezó una incruenta rebelión que contaría con el apoyo de gran parte de los nobles unidos a la casa de Recaredo.
Este hecho permitiría respetar en un primer momento la vida del joven Liuva, al que tan solo se le inhabilitó para reinar cortándole la mano derecha. Sin embargo, el temor al surgimiento de una oposición nobiliaria, especialmente en tierras septimanas donde la familia de Leovigildo tenía sus raíces, que pudiera utilizar al derrocado para legitimar una nueva rebelión, aconsejó al resuelto Witerico mandar asesinar al desgraciado Liuva