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Pedro II (el Católico)

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(?, 1177-Muret, 1213) Rey de la Corona de Aragón (1196-1213). Hijo y sucesor de Alfonso II el Casto. Durante su reinado se consolidó la institución del justicia mayor de Aragón y el rey concedió regímenes municipales autónomos a diversas poblaciones (Perpiñán, Lérida, Fraga y Cervera). Para asegurar su posición en los condados ultrapirenaicos casó con María de Montpellier, que aportó en dote esta ciudad, y se hizo coronar en Roma por Inocencio III (1204). Tras la muerte del conde de Urgel Armengol VIII (1209), anexionó el condado de Urgel a la corona. Ayudó a Alfonso VIII de Castilla contra León (1198) y contra Navarra y participó en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Arrebató a los musulmanes de Valencia el Rincón de Ademuz (1210). Sus intereses en el Languedoc le obligaron a intervenir en la zona con motivo de la cruzada contra la herejía albigense a partir de 1208. Sus intentos negociadores fracasaron tanto ante el rey de Francia como ante el papa Inocencio III y las tropas cruzadas a las órdenes de Simón de Monfort se apoderaron de la Gascuña y de Bearn. Pedro el Católico, a pesar de la amenaza de excomunión, decidió intervenir militarmente en apoyo de sus vasallos languedocianos, pero fue derrotado y muerto en Muret (1213).

Uno de los primeros actos de su reinado fué pasar a Roma a coronarse por mano del Papa Inocencio III, ceremonia que tubo lugar el día 3 de noviembre de 1204, haciendo su reino tributario de la Santa Sede, con obligación de entregarle doscienta cincuenta maravedises de oro anuales. 

Los reyes de Aragón no se coronaban antes con la pompa y solemnedidad que lo hicieron desde Pedro II. Con solo armarse caballeros cuando eran de edad de veinte años, o al tiempo que se casaban, tomaban el título de reyes y entraban a entender en el regimiento del reino con consejo y parecer de los ricos hombres de la tierra... el Papa le otorgo el privilegio de que los reyes de Aragón pudiesen en lo sucesivo coronarse en Zaragoza por manos del metropolitano de Tarragona. 

De vuelta a Aragón, Don Pedro II, para cubrir los gastos de su viaje a Roma, estableció en todo su reino un nuevo impuesto llamado monedaje, que era un derecho de un tanto para cada moneda. Novedades y tributos que ocasionaron algunos disgustos algunos disturbios entre el rey y sus súbditos.

El año 1213 se fué con sus tropas en auxilio de los condes de Tolosa, de Bearne y de Foix, jefes de los albigenses, que tenia muy apurados el jefe de la cruzada católica Simon de Montfort. El 13 de septiembre los aragoneses, en unión con los albigenses, sitiaron Muret, plaza a orillas del Garona, cuando los de Simon de Montfort, aunque en pequeño número, acudieron al socorro de los sitiados, dieron una batalla en que pereció el monarca aragonés con veinte mil de los que le acompañaban. 

De su matrimonio con Doña María, hija y heredera del señor de Montpeller, dejo a Don Jaime, que le sucedio. 

El año mismo de su coronación se casó Don Pedro II con Doña María de Montpeller, hija única del conde Guillermo y de Eudoxia, la hija del emperador Manuel de Constantinopla. Apenas casado, ceso de vivir conyugalmente con ella, y sin recato nínguno se distraia con otras damas allí mismo en Montpeller, donde la reina vivia, con desvio manifiesto de su legitima esposa. Los cónsules y pro-hombres de Montpeller que veían con sentimiento y disgusto esta conducta del monarca y la falta de sucesión de la reina su condesa, celosos al propio tiempo de la honra y decoro de su señora, de acuerdo con un rico hombre de Aragón nombrado Guillen de Alcalá, discurrieron emplear una ingeniosa y estraña estratagema para que se realizase la unión, siquiera momentanea, de los dos separados ... Hé aquí cómo lo refiere Montaner ... "Con arreglo al plan combinado, cuando todo el mundo dormia en el palació, veinticuatro pro-hombres, abades, priores, el oficial del obispo y varios religiosos, doce damas y otras tantas doncellas con cirios en la mano fueron al palacio real con dos notarios y llegaron hasta la puerta de la cámara del rey. Entro la reina ... Los demas se quedaron fuera arrodillados y en oración toda la noche ... El rey creia tener a su lado a la dama de quien era servidor. Las iglesias de Montpeller estuvieron abiertas, y todo el pueblo se hallaba en ellas reunido y orando según lo acordado. Al amanecer los notables, los religiosos y todas las damas, cada una con una antorcha en la mano, entraron en la real camara. El rey saltó de la cama asustado y echó mano a la espada: entonces se arrodillaron todos, y enternecidos exclamaron: "¡Por Dios señor, mirad con quién estais acostado!" Reconocio el Rey a la reina y le esplicaron el plan y objeto de aquel suceso. "Pues que así es, exclamó el rey, quiera el cielo cumplir vuestros votos" En aquel mismo día montó el rey a caballo y salio de Montpeller ... Así fué concebido el que se llamó mas tarde Don Jáime el Conquistador.