El 27 de diciembre de 1350 nació en Perpiñán Juan I de Aragón, llamado “el Cazador” o el “Amador de toda gentileza”. Su corto reinado de 9 años no estuvo a la altura del de su padre Pedro IV.
Su padre, Pedro IV, quiso utilizar los matrimonios de su hijo para entablar relaciones internacionales. Así, en 1370 se celebraron los esponsales con Juana de Valois, que murió en Beziers, antes de llegar a la corte de Aragón. Dos años después se casó con Marta de Armagnac, que falleció en Zaragoza en 1378. Con ella tuvo tres hijos y una hija, único vástago del matrimonio superviviente.
Enseguida Pedro IV urdió planes para su hijo, intentando casarle con la heredera de Sicilia para afianzar el dominio de la Corona de Aragón en el Mediterráneo. Sin embargo, esta vez Juan I no se doblegó a la voluntad de su padre y decidió por su cuenta casarse con Violante de Bar, sobrina de Carlos el Sabio, continuando así su aproximación a Francia. Este pequeño acto de rebeldía tensó mucho las relaciones entre padre e hijo y lo enemistó con su madrastra Sibila de Forcià.
Al morir Pedro IV en enero de 1387, Juan I le sucedió en el trono y lo primero que hizo como rey fue condenar a su madrastra a prisión, tras acusarla de cometer grandes crímenes. Todos sus bienes fueron confiscados y traspasados a su mujer Violante de Bar, quien se hizo con muchísimo poder. El monarca dedicó su tiempo a sus aficiones personales, que eran la caza, la astrología, las letras y las artes; dejando las finanzas y los negocios públicos en manos de su esposa.
El resultado fue que las finanzas de la Corona quedaron arruinadas porque se sumaban los cuantiosos despilfarros de la corte y las extravagancias de la reina a una política fiscal y hacendística que ya anteriormente era desastrosa. Mientras la economía europea se encontraba en crisis a causa del despoblamiento que provocó la peste negra, en Aragón se multiplicaron los gastos en banquetes y fiestas de la nobleza y se instaló la corrupción en la corte, todo ello promovido por los excesos de la propia reina. Hubo un aumento de las enajenaciones, acumulación de deudas, hipotecas, y asignaciones de rentas públicas a particulares –nobleza, entidades religiosas y grandes banqueros-.
Por si la crispación social fuera poca, se importó de Castilla a la Corona de Aragón un movimiento antijudío, cuyo máximo acto de violencia fue la destrucción y el saqueo en 1391 de varios barrios judíos, como el de Barcelona. En el reino de Aragón no se llegaron a producir estas matanzas pero apareció un clima social bastante conflictivo.
En política exterior no lo hizo mal del todo, ya que consiguió seguir manteniendo la hegemonía de la corona aragonesa en el Mediterráneo. Las revueltas de Cerdeña exigían gastos que el monarca no dispensaba como debía, por despilfarrarlos en el mecenazgo de una refinada corte. Además, la corrupción de los consejeros y de la clientela real desviaba partidas que iban destinadas a sofocar la rebelión de Cerdeña. Las cortes, a quien el rey tenía que solicitar financiación, se negaron a sufragar a un rey tan despilfarrador como era Juan I. Por ello, tuvo que recurrir a grandes préstamos a los grandes banqueros de Florencia, lo que ocasionó el inició de la decadencia económica de Cataluña y el auge económico de Valencia y Aragón.
En Sicilia su hermano Martín afianzó su autoridad frente a algunos barones sicilianos que, con el apoyo del Papa nombraron como rey a Luis de Durazzo, al casar a su hijo Martín con María de Sicilia. En Grecia, por estos años Aragón perdió los ducados de Atenas y Neopatria, pérdida que no fue muy sentida porque estos territorios siempre habían generado más problemas que beneficios. Este fue el único pequeño descalabro que tuvo en política exterior, que se caracterizó por unas buenas relaciones diplomáticas destinadas a mantener la paz. La paz del reino tan solo se vio amenazada en los primeros años por la penetración en el Ampurdán de las tropas de su ex suegro, el conde de Armagnac, que se consideraba con derechos al reino de Mallorca como heredero de Jaime IV. El resto del reinado estuvo marcado por unas buenas relaciones con Francia.
Murió en 1396 en un accidente de caza. A pesar de que tuvo ocho hijos con Violante de Bar, solo sobrevivió una hija del matrimonio, por lo que fue sucedido por su hermano Martín I.