Rey de Oviedo (842-850). Hijo de Bermudo el diácono y doña Osenda o Nunilo, por lo tanto primo de don Alfonso II, fue sucesor de Alfonso por elección de los ricos-hombres o magnates, habiendo sido célibe Alfonso II. Siendo viudo, acudió a tierras de Bardulia (hoy Castilla) a contraer nuevo matrimonio con Paterna, una gran señora del país. En su ausencia, uno de los magnates de Vasconia, el conde Nepociano, casado con una hermana de Alfonso II, aspiró a ocupar el trono asturiano, promoviendo una insurrección de los vascones, sin éxito: Ramiro pronto usará de un ejército en Galicia para reprimir la revuelta. En un valle a orillas del río Narcea, junto a Cornellana, se dio la batalla que ganó Ramiro. Nepociano, huido hacia Pravia, fue traicionado por los condes Escipión y Sonna para alcanzar el perdón del vencedor. Ramiro ordenó que le sacaran los ojos y le encerrasen en un monasterio de por vida.
Otros levantamientos sufridos en el reinado de Ramiro fueron los de los condes Aldroito y Piniolo, inducidos por Nepociano, que desde su celda seguía intrigando, corriendo ambos su misma suerte. La misma suerte corrieron los bandidos de las montañas y con los hechiceros y adivinos, a los que mandó exterminar y quemar vivos. En el 846 hizo frente a Abderramán II, que puso sitio a León. En 848 frenó la expedición que llevaba hacia Álava al-Mondhir, hijo de Abderramán. También en esta época, Oviedo fue invadida por los normandos, que desembarcaron en las costas de Gijón. Los asturianos les obligaron a retirarse a Galicia, desembarcando luego en Brigantium, hoy Coruña. Don Ramiro los persiguió con su ejército, quemándoles setenta navíos en una gran victoria. El resto huyó a Sevilla, que fue invadida. Entonces Ramiro dirigió sus esfuerzos a combatir a los musulmanes.
La batalla más famosa del reinado fue la de Clavijo el 23 de mayo de 844. Abderramán II buscó un pretexto para declararle la guerra, como el convenio firmado por Mauregato. Ramiro se adelantó y avanzó con sus tropas hasta La Rioja, en poder de los moros. Abderramán salió a su encuentro cerca de Albelda, retirándose Ramiro a Clavijo, donde tuvo un sueño en que se le apareció Santiago apóstol asegurándole que vencería. Apenas amaneció, y con la noticia compartida por prelados y ejército, bajaron los cristianos llenos de ánimo invocando el nombre de Santiago. Aquel ataque inesperado pilló a los sarracenos por sorpresa. Entonces, según la leyenda, se dejó ver Santiago en un caballo blanco, lo que causó espanto en las filas sarracenas. La llanura donde se desarrolló la batalla recibe aún hoy el nombre de Campo de la Matanza. A raíz de esta victoria, Ramiro estableció un voto sobre tierras y viñas para enviar a la iglesia de Santiago apóstol. Tuvo lugar la batalla el año 844, y se tiene por cierta, en tanto que Julián Cantera Orive, en su libro La batalla de Clavijo aporta documentos suficientes.
A raíz de la victoria, Ramiro mandó construir en la falda del monte Naranco, cerca de Oviedo, una iglesia dedicada a San Miguel Arcángel, y cerca de ella un palacio. El estilo arquitectónico de estas construcciones a recibido el nombre de arte ramirense. El palacio, al deteriorarse la iglesia de San Miguel, fue convertido en iglesia y es Santa María del Naranco. También levantó la iglesia de Santa Cristina de Lena. Falleció en el 850 y fue sepultado en la Capilla del Rey Casto, de la catedral de Oviedo, junto a su padre. En su sepulcro hay un epitafio, que traducido al castellano, dice: «En primero de febrero de la era de 888 (850 de J.C.) murió el rey don Ramiro el primero. Todos los que esto leyeren no cesen de rogar por su descanso perdurable».